No son pocas las mujeres que habiendo participado activamente en política desde los espacios locales, decidieron salirse y no regresar. Las causas son muchas y muy diversas, pero tienen una raíz común: nuestra condición de género, es decir, el hecho de ser mujeres.
Hoy día, aún con todos los avances que hemos logrado en materia de Derechos Humanos de las mujeres y de equidad de género, tenemos que reconocer que no es lo mismo ser un hombre político que una mujer política.
Nuestra Presidenta de la República doña Laura Chinchilla Miranda puede dar fe de ello. Durante sus casi dos años de gestión ha sido la gobernante a quien más se le han hecho encuestas de opinión para “medir” o “valorar” su trabajo y gestión.
Además, a ninguno de los ilustres caballeros que nos han gobernado en toda nuestra vida como República libre, soberana y democrática, se le había llegado a cuestionar por su condición de género.
Sin embargo, bastó que una mujer llegara a la Presidencia de la República para que un medio de comunicación tuviera la “genialidad” de publicar los resultados de una encuesta en donde se le preguntó a la ciudadanía si votaría nuevamente por una mujer para llegar a la presidencia del país.
Esto no es sino la manifestación más pura y arraigada del sexismo, que nos dice qué trabajos, tareas, labores y cargos públicos podemos ocupar las mujeres y cuales los hombres. Y claramente, los cargos de elección popular no son el espacio que el patriarcado reserva para nosotras.
Un estudio publicado este año por el INAMU y Coopesolidar sobre las experiencias de acoso político que han vivido las mujeres que ocupan o han ocupado puestos de elección popular en el espacio local, da cuenta de la gran cantidad de barreras y situaciones de violencia que enfrentamos las mujeres que incursionamos en la política desde el espacio local.
“Agresión verbal, ambiente hostil, intimidación, persecución del presidente municipal o del alcalde, irrespeto, subvaloración de los aportes, designación de las mujeres en las comisiones municipales menos fuertes, invisibilización del cargo de Vice Alcaldesa, comentarios sexistas” son algunas de las formas de violencia que recoge este documento y a las que nos enfrentamos diariamente.
A esto le debemos sumar la existencia de un sistema educativo que refuerza la exclusión de las mujeres en la práctica política, así como la invisibilización o incluso denigración de aquellas figuras femeninas que han marcado la vida política del país.
En las escuelas y colegios muy poco se enseña acerca de la vida y obras de mujeres como Pancha Carrasco, Ángela Acuña, Lita Chaverri, Estela Quesada o María Teresa Obregón.
Las mujeres que decidimos participar en política nos enfrentamos entonces a un mundo Patriarcal, en donde muchas veces nos sentimos solas, sin ningún apoyo y bajo la mirada y evaluación permanente de los hombres, otras mujeres y la sociedad entera.
Por eso, justamente, nació la RECOMM. Como un espacio de encuentro, de acompañamiento, de SORORIDAD entre mujeres políticas, que hemos vivido y sentido el peso de la misoginia en nuestra vida pública (y privada).
Y la RECOMM nació caminando! Con unos pocos años de existencia, hemos logrado cosas que otras redes en América Latina no han logrado en décadas. Y muy pronto, esperamos que la Red cuente con ingresos económicos que le permita fortalecer su autonomía.
Quiero hacer un llamado a la concientización de este espacio vital para todas nosotras. Que nunca ha sido ni pretende ser un espacio de politiquería y juegos de poder; sino un espacio de encuentro, respeto y diálogo entre todas nosotras, mujeres Municipalistas.
La RECOMM es un espacio desde el cual combatir el patriarcado, el sexismo y la misoginia; y desde el cual fortalecer y acompañar el accionar de las mujeres políticas, cultivando nuestra sororidad. Eso es la RECOMM.