Hemos aprendido en este sistema social, cultural e histórico llamado
patriarcado, a exaltar los logros de los varones, a reconocerles su
liderazgo y capacidad de mando, a honrar sus negociaciones y respetar su
trabajo.
De este modo, los actores sociales, las instituciones y la ciudadanía en general, han reconocido y aceptado con respeto las gestiones de los Presidentes varones que hemos tenido en el pasado.
No obstante, pareciera que el hecho de tener una mujer como Presidenta de la República hace una diferencia en la percepción que tienen algunas personas y actores sociales acerca de su gestión, su estilo de liderazgo y los logros de su administración. Y es que, la señora Presidenta rompió un paradigma al tomar la decisión de optar por la presidencia del país, instaurando un cambio respecto a la participación política de las mujeres. Antes de doña Laura, la tradición nos decía que ese espacio público, de liderazgo, poder y respeto; solamente podía ser ocupado por varones.
Ahora bien, la ruptura de ese paradigma no significa, necesariamente, que ha cambiado la percepción y valorización que la sociedad hace respecto a los logros y acciones de las mujeres. Es decir, que nuestra sociedad tradicionalmente machista e inmersa en un mundo patriarcal, continúa valorando de un modo la gestión y los logros de los varones, y de otro el de las mujeres.
No en vano el espacio de lo público, tradicionalmente asociado a los hombres, goza de tanto más valor frente al espacio de lo privado, asociado a las mujeres.
De este modo, puede ser que la sociedad no reconozca los logros, el liderazgo y el trabajo de la señora Presidenta a favor del país, porque, en el fondo, le cuesta creer que una mujer pueda darle rumbo al país.
Y es que la administración Chinchilla Miranda ha tenido una serie de importantes logros que parecen no ser vistos por la sociedad. Para mencionar solamente dos, está el tema de seguridad ciudadana, en donde se ha designado la mayor cantidad de nombramientos policiales de la década, una inversión de $20 millones en infraestructura policial y capacitación a 1.243 centros educativos con programas de prevención del delito y la droga.
Además, es visible el éxito de la Red Nacional de Cuido con la cual se construye un modelo social de corresponsabilidad del cuido de los niños, las niñas y las personas adultas mayores; en donde no solo las madres son las encargadas (por un mandato de género) sino también los padres, el Estado y la empresa privada. La presente administración ha aumentado en 30% la cobertura de niñez atendida en centros de cuido, es decir más de 25 mil niños y niñas.
Entonces, al cumplirse dos años de la gestión de la primera Presidenta
de la República, sería mezquino e irrespetuoso no reconocer que, pese a
ser un periodo difícil y lleno de obstáculos, la señora Presidenta ha
sabido tomar decisiones en busca del progreso y el bienestar de nuestro
país; aunque el Patriarcado no lo quiera reconocer.